¿Qué harías tú?
Cuando era joven, había bromeado con esta situación muy a menudo. La utilizaba para poner a la abuela de mi mujer en un compromiso, y todos nos reíamos, a pesar de que no conseguía obtener respuesta alguna de ella. Ahora, después de tantos años, no deja de resultarme curioso que con el tiempo, fuera yo el que me encontrara con esa tesitura. Pero además, me resultaba aterrador, pues si no tomaba una decisión pronto, me costaría mi propia vida. Parece mentira que la noche anterior a aquel día, estuviéramos los cuatro cenando tranquilamente, ajenos por completo al destino que nos esperaba. Menos de diez horas después de besar a mi mujer para darle las buenas noches, supe que era el último beso que podría darle en vida. El desconocido que llamó por la mañana a la puerta no tenía aspecto de asesino. Más bien, me recordaba a una rata de biblioteca o a algún friki informático. Con su camisa abrochada hasta el cuello y sus gafas negras de montura ancha, parecía incapaz de matar a u